
Aranceles de Trump comienzan a trasladarse al consumidor final y desatan dudas sobre su efectividad económica
Internacional22/07/2025

Los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump están generando una presión creciente sobre los importadores estadounidenses, quienes han comenzado a trasladar el impacto de estos gravámenes directamente al consumidor final. De acuerdo con analistas de Wells Fargo y TransEconomics, esta dinámica pone en entredicho la efectividad de la política comercial como herramienta de contención inflacionaria sin generar efectos adversos en los hogares.
Un análisis reciente elaborado por Sarah House, economista senior de Wells Fargo, revela que los exportadores mexicanos y de otras regiones no están absorbiendo las alzas arancelarias, aun en un contexto global de débil demanda industrial. Por el contrario, los precios de las importaciones no relacionadas con energía aumentaron un 1.2% interanual en junio, lo que sugiere que los proveedores mantienen su estrategia de precios sin ajustarse a los nuevos costos.
“Si los exportadores extranjeros absorbieran el costo de los aranceles, los precios de las importaciones estadounidenses estarían cayendo”, afirmó House. “Pero los datos muestran lo contrario: los importadores estadounidenses están asumiendo la carga y trasladando parte de ella a los consumidores”.
Este fenómeno se ha intensificado desde que la tasa arancelaria efectiva pasó del 2% en 2024 al 16% actual. Ante este nuevo entorno, las empresas estadounidenses han optado por estrategias mixtas: reducir márgenes, aumentar precios al consumidor y, en menor medida, absorber parte del costo fiscal.
Delia Paredes Mier, economista de TransEconomics, advierte que los efectos inflacionarios ya se perciben en productos como electrodomésticos, materiales de construcción y componentes industriales. “Muchos importadores inicialmente amortiguaron el golpe con inventarios preexistentes, pero a medida que esos se agotan, el traspaso a precios finales se vuelve inevitable”, sostuvo.
México, aunque beneficiado en parte por el fenómeno del nearshoring, también enfrenta riesgos estructurales ante el giro proteccionista de Washington. Paredes subraya que “la competitividad mexicana dependerá de su capacidad para reducir costos logísticos y regulatorios internos, no solo de aprovechar la demanda estadounidense”.
Por otro lado, el impacto estructural de los aranceles sobre la industria manufacturera estadounidense sigue siendo cuestionado. Aunque el objetivo explícito de Trump es repatriar empleos industriales, analistas como Thomas Ryan, de Capital Economics, aseguran que este enfoque ha fracasado históricamente y probablemente volverá a hacerlo.
“Estados Unidos no puede replicar la manufactura de bajo costo que ofrecen países como Vietnam o Pakistán. Y con el empleo industrial cerca de mínimos históricos, los aranceles difícilmente revertirán esa tendencia”, explicó Ryan.
Adam Hersh, del Instituto de Política Económica, coincide en que el auge de la automatización y la alta productividad son factores determinantes para la reducción de empleos manufactureros. “Producimos más con menos trabajadores. El problema no es solo la competencia internacional, sino el cambio estructural del propio sector”, expuso durante un evento reciente en Brookings Institution.
En paralelo, los tribunales de Estados Unidos ya están recibiendo demandas por parte de empresas que acusan a los aranceles de ser responsables de sus crisis financieras o incluso quiebras. En respuesta, líderes regionales como el premier canadiense Doug Ford han comenzado a estudiar represalias, incluyendo la posibilidad de imponer aranceles a las exportaciones energéticas hacia Estados Unidos si no se alcanza un nuevo acuerdo comercial.
A la luz de estos desarrollos, las medidas proteccionistas promovidas por Trump parecen estar generando consecuencias económicas más amplias y complejas de lo anticipado. Si bien el discurso oficial busca proteger empleos y fortalecer la producción nacional, el resultado inmediato ha sido un encarecimiento de productos importados, sin un efecto claro en la revitalización del sector manufacturero.
El reto para Estados Unidos será sostener una política comercial que no solo equilibre los intereses políticos internos, sino que también evite tensiones innecesarias con sus principales socios comerciales y consumidores, quienes empiezan a pagar la factura.



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