Veredicto millonario por accidente con Autopilot pone en riesgo los planes de robotaxis de Tesla

Automotriz05/08/2025Industrial InsiderIndustrial Insider
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Tesla enfrenta un serio revés legal y reputacional que podría entorpecer su ambicioso plan de lanzar una red de robotaxis en Estados Unidos antes de fin de año. Un jurado en Florida ordenó a la compañía de Elon Musk pagar 243 millones de dólares por un accidente fatal ocurrido en 2019 con un Model S equipado con Autopilot, al considerar que el software era defectuoso y contribuyó al siniestro.

Este veredicto, el más significativo hasta la fecha en torno al sistema de conducción asistida de Tesla, se produce en un momento crítico: mientras Musk presiona por autorizaciones regulatorias para desplegar su servicio de robotaxis en varios estados del país. Analistas y expertos legales advierten que el fallo podría aumentar la desconfianza pública y endurecer la postura de los reguladores, justo cuando la compañía necesita mostrar solidez en seguridad tecnológica para ganar terreno en el mercado de la movilidad autónoma.

“Ahora existe la opinión generalizada de que algunos aspectos del negocio de Tesla no son seguros y que tal vez la seguridad que la compañía anuncia no sea la que se esperaba”, advirtió Aaron Davis, socio del bufete Davis Goldman.

El caso, que involucra un choque mortal tras el paso de un Tesla por una señal de alto sin detenerse, dejó claro que la tecnología de Autopilot —y por extensión su evolución Full Self-Driving (FSD), que sustenta los robotaxis— aún está lejos de disipar las dudas sobre su fiabilidad. Aunque Tesla insiste en que el conductor fue el único responsable y ha prometido apelar, el jurado consideró que el software falló al no emitir alertas ante la omisión del alto.

La compañía ha logrado evadir repercusiones legales mayores en casos similares mediante acuerdos extrajudiciales, pero esta vez el veredicto marca un precedente judicial con consecuencias potenciales para su negocio futuro. Tesla necesita tanto la aprobación técnica como la política para escalar su servicio de robotaxis, pero las señales recientes son ambiguas: mientras estados como Nevada y Arizona revisan sus solicitudes, no han emitido comentarios sobre el fallo; otros, como California y Florida, han optado por el silencio institucional.

Una estrategia a contracorriente del sector

Musk ha optado por una aproximación distinta a la de sus competidores en el desarrollo de vehículos autónomos. Mientras compañías como Waymo (Alphabet) y Zoox (Amazon) integran sensores avanzados como lidar y radares, Tesla se apoya exclusivamente en cámaras y en su red neuronal de inteligencia artificial. El resultado es una tecnología más económica y flexible, pero también más polémica en términos de seguridad.

A diferencia del avance prudente de Waymo, Tesla lanzó este verano una prueba piloto con robotaxis en Austin, Texas, con una docena de Model Y supervisados por personal humano. Musk prometió escalar rápidamente el programa y cubrir hasta la mitad de la población estadounidense para finales de año. Sin embargo, expertos como Gene Munster, de Deepwater Asset Management, consideran que ese objetivo ya no es realista tras el veredicto: “Conseguir que los reguladores actúen llevará tiempo, y ese tiempo supera el plazo de fin de año”.

La presión de Wall Street y el peso del FSD

Tesla necesita urgentemente un golpe de efecto. Las ventas de sus vehículos eléctricos tradicionales se han desacelerado frente a la competencia global, y la imagen del propio Musk —cada vez más asociado con posturas ideológicas extremas— ha empezado a alienar a parte de sus consumidores. En este contexto, el éxito de los robotaxis y del software FSD se ha convertido en el eje central de la narrativa de innovación que sustenta su elevada valoración bursátil, cercana al billón de dólares.

Sin embargo, como destacó Mike Nelson, especialista legal en movilidad, “la percepción pública de este veredicto o de situaciones similares aumentará la presión sobre los reguladores para que digan: ‘No podemos permitir que esto se lance sin una diligencia debida mucho mayor’”.

Tesla insiste en que las versiones actuales de su software han mejorado respecto a la de 2019, y analistas como los de Piper Sandler sostienen que este caso no debería tener un impacto directo en el lanzamiento del FSD. Pero la realidad es que la empresa deberá ahora convencer no solo a las autoridades, sino también a una opinión pública cada vez más escéptica, de que su tecnología es segura, confiable y lista para llevar a millones de personas sin intervención humana.

Por ahora, el caso de Florida deja una advertencia clara: el margen de error para Tesla en su transición hacia la autonomía total es cada vez más estrecho, y cualquier falla —legal, técnica o comunicacional— puede costarle no solo dinero, sino tiempo y legitimidad en una carrera donde ya no corre solo.

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