por Jorge González
Aunque se quiera, no podría definirse una política industrial si no se quiere o puede tener control, pero también si se carece de objetividad para disponer protecciones. Me explico.
Bajo el histórico argumento de fortalecer a la industria nacional y apoyar al mercado interno -antes frente a la apertura comercial y ahora por el nearshoring la Secretaría de Economía definió aranceles de entre 5 y 25 por ciento a las importaciones de 392 productos que procedan de países con los que México no tiene celebrados acuerdos comerciales. Oportuno es recordar que México cuenta con acuerdos comerciales con 50 países, los que se encuentran bajo 14 tratados.
Menciono histórica argumentación, porque a lo que a mí respecta, desde finales del siglo pasado he visto como empresarios y representantes de sectores como los de la cadena textil-vestido, presionan a las autoridades de Economía, SAT, Hacienda y Aduanas, acuerdan establecer cuotas compensatorias y aranceles a la importación, muchas de las veces sin estudios ni justificaciones técnicas.
Los explicaciones, desde hace más de dos décadas, se han basado en que no se controla el contrabando, sea técnico o bronco, es decir, en el primer tipo por disfrazar precios de importación o definir las operaciones aduaneras bajo una mala clasificación arancelaria, apoyándose en un programa de importación temporal o triangulando desde un tercer país; en el segundo tipo de introducción, se insiste en que la mercancía entra por brechas en la frontera o no se realiza una buena inspección en el cruce fronterizo, en un puerto marítimo o en un aeropuerto.
Así se han dado las protecciones arancelarias y cuotas compensatorias a productos como la mezclilla, el algodón, prendas sintéticas y naturales, calzado, sosa caustica utilizada para algunos procesos textiles y elaborar jabones, entre otros. Pero siendo objetivos, la competitividad en varios sectores no ha aumentado, no se han modernizado procesos y se sigue buscando la competitividad principalmente por tipo de cambio y restricciones al comercio por no poseer un buen control en las operaciones para internación de insumos, partes y componentes requeridos en los procesos de manufactura.
Ahora, décadas después vuelve a decirse que los ajustes a los aranceles para importación también se enfocan para reconstruir a la industria, después del choque económico que causó la pandemia Covid19; antes se dijo que era necesaria la protección por la incorporación de China a la OMC; por el impacto en la economía mundial de los eventos terroristas en Estados Unidos en 2001; luego por la Gran Recesión de los años 2008-09; además porque hay más competidores en el mercado, como son Vietnam y algunos países del Caribe y América Latina.
Como sea, para la protección siempre se ponen de acuerdo los sectores con las autoridades; no se ve que sea para definir una nueva estrategia enfocada a extender nichos de mercado de exportación y al mismo tiempo avanzar en un real control aduanero y en el sistema de control fiscal-aduanero para controlar las operaciones ilícitas y la informalidad.
Ahora bien, la mayor de las veces se piensa que las operaciones ilícitas de comercio exterior son en sectores y productos intensivos en mano de obra como los de la cadena textil-confección y calzado; no es así, también se tienen registradas operaciones de vidrios y parabrisas de autos, lo mismo en acero, también tubería, láminas, alambrón y varillas. Valga la expresión, es evidente que llegan por mar desde países tan lejanos como Corea del Sur, China y Turquía, Detrás de esas operaciones hay pésima revisión aduanera y/o complicidad, como la vez en que hace años pasó por nuestra frontera norte un elefante, sin que nadie lo prohibiera o como son internados autos usados que sufrieron un siniestro en el extranjero o no cubren parámetros anti contaminantes.
Para cerrar, la aplicación de las medidas de 5 a 25 por ciento en aranceles tiene vigencia hasta agosto del año 2025: de aquí y hasta dentro de dos años, las autoridades mexicanas y los empresarios deberán presentar información clara y concisa de las prácticas dudosas, de los precios utilizados en las importaciones y el impacto real y potencial generado al mercado mexicano, para saber si se eliminan o pueden proteccionistamente extenderse.
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