
Industria automotriz en alerta ante posible revisión bilateral del T-MEC: advierte riesgos para la integración regional
20/10/2025

La próxima revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha encendido focos rojos en el sector automotriz, uno de los pilares de la economía norteamericana. La posibilidad, planteada por el expresidente Donald Trump y considerada en algunos sectores del Gobierno mexicano, de transformar el actual modelo trilateral en acuerdos bilaterales, representa una amenaza directa a la arquitectura que ha sustentado más de tres décadas de integración productiva regional.
Desde el interior de la industria se percibe que esta propuesta no solo fragmentaría los flujos comerciales, sino que pondría en riesgo los beneficios estratégicos que han consolidado a Norteamérica como un bloque industrial competitivo frente a potencias como China y la Unión Europea.
La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) fue categórica en su posicionamiento: “Solo podremos competir con el resto del mundo manteniéndonos como una región”. El mensaje, compartido a Expansión, refleja la preocupación de fabricantes que han desarrollado cadenas de valor compartidas, homologado procesos regulatorios y establecido redes de inversión basadas en la certidumbre que ofrece un tratado común.
Toyota, una de las principales armadoras extranjeras en la región, refrendó esa visión. Lizette Gracida, directora senior de Relaciones Institucionales y Comercio Exterior de Toyota México, advirtió que las estrategias de producción e inversión de la marca se han construido sobre la base de un acuerdo trilateral. La japonesa opera 14 plantas en la región, incluidas dos en México, y mantiene compras anuales a proveedores mexicanos por más de 4,000 millones de dólares.
“Es un ecosistema, una cadena de suministro muy integrada. No se trata solo de México o Estados Unidos: se trata de Norteamérica”, subrayó Gracida, recordando que Toyota anunció recientemente una inversión de 1,450 millones de dólares en sus plantas mexicanas para producir la nueva generación de la camioneta Tacoma, incluida su versión híbrida.
El riesgo de disgregar esta interdependencia es más que teórico. Las cifras ya reflejan señales de incertidumbre. De acuerdo con el Inegi, la producción de vehículos ligeros en México acumula una caída del 0.3% en lo que va del año, mientras que las exportaciones bajaron 0.9%. El segmento de vehículos pesados muestra una contracción más severa: -34.5% en producción y -29.1% en exportaciones.
Rogelio Arzate, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (Anpact), sostiene que la certidumbre jurídica es uno de los activos más importantes para este segmento. “Las negociaciones bilaterales generan múltiples marcos normativos y complejidad operativa. Un tratado trilateral, en cambio, ofrece una base común para la producción, inversión y exportación”, indicó.
La AMDA (Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores), por su parte, advirtió que incluso para Estados Unidos, una estrategia bilateral podría ser contraproducente. “La mejor garantía para que Estados Unidos siga encabezando económicamente al mundo es la integración en Norteamérica”, señaló Guillermo Rosales, su presidente. México y Canadá, recordó, proveen más del 60% de las autopartes utilizadas por la industria estadounidense.
El debate se intensifica en un contexto global adverso. China se ha consolidado como el mayor productor mundial de vehículos, especialmente eléctricos, y está desplazando aceleradamente a potencias tradicionales como Estados Unidos, Japón y Alemania en capacidad tecnológica y manufacturera. Frente a ello, mantener la cohesión regional adquiere una dimensión estratégica.
Aunque el Gobierno de México ha manifestado su disposición a defender el enfoque trilateral, las declaraciones de Trump del pasado 7 de octubre —en las que planteó explícitamente sustituir el T-MEC por acuerdos bilaterales— han generado inquietud. Los equipos técnicos de los tres países se preparan para la revisión formal del tratado, pero desde el sector privado se teme que la coyuntura política pueda empujar hacia una renegociación fragmentada.
La industria automotriz ha sido uno de los grandes beneficiarios del T-MEC, y antes del TLCAN. Su desarrollo se ha basado en una lógica regional que ha permitido aprovechar economías de escala, reducir costos logísticos y armonizar estándares técnicos. Cualquier alteración de ese modelo, alertan los actores clave del sector, no solo afectaría la competitividad, sino también la viabilidad de miles de empleos y el flujo de inversiones futuras.
Mientras tanto, la expectativa crece. El desenlace de esta revisión no será menor: podría redefinir el mapa productivo de Norteamérica y el papel que México ha logrado consolidar como nodo esencial en una de las industrias más estratégicas del continente.




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